¿TÚ A QUIÉN QUIERES,
A LAS PERSONAS O A LOS ANIMALES?

Por Neville Heath Fowler N.D.A., Director de HIPPO.

http://www.ivu.org/spanish/articles/net/hippo2.html

Si el mismo esfuerzo que pones en ayudar a los animales lo pusieras en ayudar a las personas harías mucho más bien..” Cualquiera que haya estado en la calle recogiendo fondos para alguna asociación de defensa de los animales ha podido convertirse en la víctima de comentarios como este en alguna que otra ocasión. He observado a menudo que la forma más rápida de librarse de estos críticos protestones es preguntarles: “¿Y qué es lo que hace usted por las personas?” En realidad es más probable que los que se preocupan por los animales se preocupen por las personas también. Los sociólogos y los criminólogos saben muy bien que la violencia contra los animales y la violencia contra las personas, especialmente contra los niños, están a menudo muy relacionadas.

Necesidad frente a Voracidad
A lo mejor a estos opositores que encontramos en las calles cuya preocupación por las personas no les deja tiempo para los animales les inquietaría saber que hay cientos de millones de humanos en este mundo al borde de la muerte por inanición. Tomemos el ejemplo de la India: Mareka Gandhi, Ministra de Estado de Justicia Social del gobierno de la India explica:

“En un país donde hay millones de personas que pasan hambre, el 37% de la tierra cultivable se usa para plantar forraje para animales que se crían y se sacrifican para la exportación. Por si esto fuera poco estamos exportando soja para alimentar el ganado europeo que será asesinado por su carne. Estas cifras son un clamor en contra de cualquier tipo de producción de carne, compasiva o no. No veo por qué la India debería alimentar al mundo a costa de su propia tierra, de su agua, de su gente, de su hambre.”

No solo la India paga el precio de la voracidad occidental. Muchos países pobres contribuyen al mantenimiento de las dietas ricas en carne de los occidentales. “Sólo en Brasil, 5,6 millones de acres se emplearon para el cultivo de soja destinada a animales de Europa.” (Tim Lang, catedrático de Políticas Agrarias y director del Centre for Food Policy en la Universidad de Thames Valley). Incluso la pobre Etiopía exporta comida a Europa, ¡hasta en tiempos de hambruna! La situación está empeorando. La reciente prohibición en toda Europa de alimentar al ganado con piensos compuestos de huesos y carne, resultado de la catástrofe de la BSE (vacas locas) y nvCJD, ha llevado a un loco afán por conseguir proteínas de origen vegetal como la soja que sirvan de componente a los piensos para el ganado. Los países del tercer mundo corren el peligro de verse saqueados en esta búsqueda de alimentos con proteínas para el ganado vacuno y porcino y para las aves de granja europeas – unos alimentos que podrían ser destinados al consumo directo por parte de seres humanos hambrientos. Los EEUU producen mucha soja (su principal cultivo agrícola) pero la mayor parte de ella se encuentra ya contaminada por Organismos Genéticamente Modificados y la creciente demanda en Europa es de carne de animales no alimentados con piensos genéticamente modificados. Cuando nuestro ‘hombre de la calle’ se despierte ante el hecho de que a través de su hábito de comer carne está arrebatando muchas veces más su propia porción de los recursos de la tierra y del agua, su preocupación por la humanidad y el sentido de jugar limpio deberían persuadirle para convertirse en vegetariano incluso si no se preocupa mucho por los animales. La tierra extra necesaria para alimentar a quienes comen carne ha de proceder de alguna parte. Con aproximadamente 0,2 hectáreas de terreno agrícola para cada habitante del planeta, muchos están condenados a morir de hambre si algunos insisten en consumir 2 hectáreas por persona. La producción de carne es un proceso trágicamente ineficaz ya que los animales desperdician alrededor del 90% de lo que comen y utilizan enormes cantidades de agua – un bien escaso y valiosísimo en la mayor parte de las zonas pobres del mundo.

El sufrimiento existe también en casa
Es posible que nuestro opositor no estuviera pensando en extranjeros habitantes de tierras lejanas sino en “su propia gente”. Si este es el caso, ¿se ha parado a pensar alguna vez en todos sus compatriotas que sufren dolores y discapacidades como consecuencia directa de dietas desequilibradas cargadas de carnes y productos lácteos? Proliferan las enfermedades coronarias, la arteriosclerosis, la hipertensión, los infartos y embolias, el cáncer, las insuficiencias renales, la diabetes, la obesidad, la osteoporosis… Estas enfermedades no sólo causan mucho sufrimiento y dolor a los individuos afectados y a sus familias sino que además suponen una enorme carga a los a menudo ya sobrecargados servicios públicos de salud. Es cierto que nadie está libre por completo de riesgo de contraer enfermedades, pero la verdad es que la incidencia de todas estas causas de sufrimiento y muerte en humanos se ven significativamente aumentadas por las dietas ricas en grasa animal y proteína animal. Entonces aparece una nueva variante de la CJD, salmonella, e-coli, listeria, enfermedad de Crohn – la lista es larga y aumenta casi a diario. Puede que a él no le incomode el sacrificio masivo de animales – más de 2 millones al día tan sólo en el Reino Unido más 12.000 terneros recién nacidos que son sacrificados para robar la leche de sus madres más la masacre de cientos de miles con el objetivo del control de enfermedades – fiebre aftosa, BSE, peste porcina, etc. Pero al menos su amor por los humanos debería hacerle desear persuadirles de dejar de correr tales riesgos con su salud y presionar al gobierno para apoyar medidas sanitarias preventivas. Después de todo, impone unos impuestos elevados sobre otras sustancias que se sabe que provocan enfermedades, como el tabaco y el alcohol. ¡Una carne que ellos subsidian! ¿Por qué? Hace más de diez años desde que la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas hizo un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo para que hicieran un cambio radical: “Las políticas agrarias deberían estar orientadas a promover el cultivo de vegetales para la alimentación y a limitar la promoción de la carne y los lácteos” dijeron, basándose en que es más barato, más eficiente y sobre todo, más sano. Pero se ha hecho oídos sordos a esta petición.

La amenaza crece
No deja de ser alarmante que nuestra cultura occidental de la carne se está extendiendo rápidamente también por el tercer mundo. En los países en vías de desarrollo la producción y consumo per capita de alimentos proteicos procedentes de plantas tradicionales como los guisantes (arvejas, chícharos), frijoles (alubias), y lentejas se ha reducido drásticamente a lo largo de los últimos cuarenta años. En consecuencia la producción y uso de animales para comida ha aumentado. La creciente clase media de estos países lucha por adoptar las derrochadoras costumbres occidentales incluyendo su cultura de la hamburguesa mientras los pobres cada vez sufren más el hambre. El resultado es a menudo la saturación de los pastos y la deforestación, lo que contribuye al cambio climático, la degradación de la tierra, la desertificación, la erosión del suelo causada por el viento y el agua, y las inundaciones. Hay que detener y darle la vuelta a esta tendencia. ¿Por qué siguen las por lo demás bien intencionadas agencias de cooperación promocionando la introducción y expansión de empresas ganaderas? ¿Es porque están dirigidas por comedores de carne que encuentran imposible contemplar, y mucho menos defender, un futuro sin carne para el mundo debido a su propia adicción personal a la carne? Aquellos que son pobres y están necesitados de alimentos y tierras para cultivarlos no necesitan más bocas que alimentar en forma de animales de granja. En lugar de eso, se debería enseñar a la gente a apreciar adecuadamente el valor de sus cosechas de vegetales proteicos, cómo cultivarlos eficientemente y de forma saludable, y cómo utilizarlos para elaborar comidas nutritivas y sabrosas. Este es el objetivo de HIPPO, una organización sin ánimo de lucro registrada en la Comisión de Instituciones Benéficas para Inglaterra y Gales en 1999. HIPPO (acrónimo en inglés de Organización de Ayuda Internacional de Apoyo a las Proteínas de Origen Vegetal) anima a las personas de todo el mundo a hacerse vegetarianas y proporciona ayuda práctica a la gente de los países pobres que está trabajando para mejorar la nutrición de los necesitados, a través del suministro de alimentos ricos en proteínas de origen vegetal de calidad. El interés de HIPPO está en las personas y en los animales. Su lema es “alimentar el mundo con compasión“. Su labor depende enteramente de las donaciones y el trabajo de voluntarios. Hasta el último céntimo se destina a esta labor, nada se malgasta pagando a empleados o publicando vistosos folletos. Agradeceremos cualquier solicitud de más información.

HIPPO, Llangynog, Carmarthen SA33 5BS, Gales, Reino Unido.
E-mail: HIPPOCHARITY@aol.com

Traducido por Gloria Solaesa